Cada día amanece un nuevo día, cada día amanece una nueva oportunidad para vivir tu vida.

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Cada día amanece un nuevo día, cada día amanece una nueva oportunidad para vivir tu vida.

viernes, 1 de noviembre de 2013

MI PRIMERA CRISIS.

Si pienso en mi primera crisis debo remontarme a cuando iba a la escuela de adultos, cuando estaba cursando el bachillerato en clases nocturnas. En aquel entonces tenía entre 20 y 21 años, era un chico con un futuro prometedor, una inteligencia no muy allá pero si por encima de la media, para ciertas cosas, sobre todo para los estudios, porque lo que es tener conciencia, mucha no tenía, lo digo porque en aquel entonces consumía drogas como hachís, marihuana y alcohol.

Bien mi primera crisis debería de empezar cuando conocí a aquel chico, aquel hombre que me cambiaría la vida por completo, él sería mi profesor, en el encontraría mi primer amor platónico era un chico joven adulto, de unos treinta y pocos años, yo antes de conocerle ya tenía curiosidad por los hombres, pero nunca me había fijado en ninguno. Pero poco a poco fui fijándome en él, como el que no quería la cosa, las clases fueron transcurriendo y yo seguía estudiando, fumando, bebiendo y enamorándome de él.

Cómo él era mi profesor sabía que era inalcanzable, pero las insinuaciones me descolocaban.

Yo cada día que pasaba y veía que no podía estar con él era para mí una frustración. Además de todo eso nunca había estado con ningún hombre y él me parecía el hombre ideal con el que estar por primera vez. Pero pasaban los días y las semanas y nunca ocurría nada entre nosotros dos y a raíz de eso empecé a ensimismarme, a dejar de salir con los amigos, a empezar a fumar más porros, mientras que la obsesión iba en aumento.

Hasta que llegó el día que decidí que no le iba a esperar más y empecé a salir de fiesta solo a ligar con otros hombres, con la terrible desilusión de que ni me podía quitar la obsesión del profesor de la cabeza, ni era capaz de abrirme a otros hombres , aunque yo seguía intentando ligar por las noches.

Hasta que un día tuve una conversación con mi padre en la que me preguntó que si tomaba drogas y yo afirmé que sí, ello me conduciría a la rehabilitación y al síndrome de abstinencia. Después de aquello decidí salir del armario sin tener en cuenta las consecuencias, porque a partir de ahí sí que ya fue el desencadenante que me hizo explotar, no soporté el rechazo de la sociedad, era demasiado para mí.

Drogas, obsesión, síndrome de abstinencia y rechazo me llevarían a la locura, que me harían acabar en la sala de una psiquiatra en la que a partir de ahí me conduciría al estigma.

Para mí el desencadenante fue una genética predispuesta y vulnerable a situaciones de estrés y drogas.